De todas las actividades humanas, la construcción es sin dudas una de las que más impacta en el ambiente, circunstancia que no suele tenerse tan en cuenta. Y estos impactos no están relacionados exclusivamente con los derivados del uso del territorio, que sin duda son de enorme importancia, sino con otros problemas de gran preocupación para los ambientalistas, como son el cambio climático, la reducción del ozono estratosférico, los residuos, el agotamiento de los recursos naturales, la contaminación del suelo, el agua y el aire e incluso la disminución o pérdida de biodiversidad. Al estudiar la relevancia de los impactos ambientales de la construcción, hay que atender a todo el ciclo de vida de sus productos: la extracción de las materias primas, su procesamiento, transporte, construcción, uso, demolición, recuperación, reutilización, reciclado y disposición final de residuos. En particular los Residuos de Construcción y Demolición (RCD), también llamados residuos inertes y conocidos habitualmente como escombros, varían según se trate de nueva construcción, reforma o demolición como así también de la actividad para la que se ha diseñado el edificio u obra civil, de la zona de emplazamiento y de la edad de las mismas, ya que los materiales una vez utilizados van sufriendo modificaciones en el tiempo. Se tratan de residuos constituidos básicamente por tierras y áridos mezclados, piedras, restos de hormigón, ladrillos, cristales, restos de pavimentos asfálticos, materiales refractarios, plásticos, yesos y maderas.
