Reflexionar sobre las lecciones aprendidas es siempre un reto de poner en contexto una variedad de situaciones y condiciones de esta experiencia académica pero sustancialmente práctica. Nos ha permitido trazar una línea base para (re)pensar el proceso desarrollado -en y con el Programa- desde su diseño hasta la actualidad en donde se evidencia un crecimiento y también un cierto corrimiento de los ejes iniciales (y quizá más teóricos) de esta intervención. En cualquier caso el entramado construido de teoría y práctica con actores del territorio y en el territorio, con el acompañamiento de la academia y otras organizaciones de la sociedad civil ha sido, sin duda, enriquecedor y desafiante. Ciertamente cada año transcurrido ha implicado cambios y mejoras, quizá el cambio de mayor impacto fue migrar todo al formato digital para poder dar continuidad al Programa pero al mismo tiempo resignar un eje medular en el que se cimentaba, esto es "la llegada al territorio y a la organización en su conjunto". Desde el principio el Programa se orientó a trabajar con un enfoque que quedó plasmado en su denominación como Programa Raíz (refiere a la posibilidad de profundizar el trabajo a nivel local, los vínculos e interacciones al interior de la administración, con otras administraciones y el medio como elementos claves del desarrollo y la innovación) y de algún modo esos lazos que se tejieron durante parte de 2018 y 2019 debieron luego repensarse a través de capacitaciones on-line. En ese contexto, desde nuestra perspectiva lo que más se resintió fue el trabajo de articulación "entre" los gobiernos locales (la posibilidad de compartir experiencias, problemas, modos de abordarlos, centralmente a nivel de los mandos medios, no tanto a nivel de los funcionarios que tienen siempre más posibilidades de vinculación) y adicionalmente se hace más difícil "construir confianza" que es un elemento clave para poder incidir en la cultura de la organización.
También debimos ajustar plazos y tiempos de capacitación para poder acomodar a los tiempos de la administración, dado que se planteaba trabajar "con" la organización y esto supone varios agentes o funcionarios dedicados al Programa, lo cual resiente en parte la tarea cotidiana. Esto llevó a acortar los tiempos de las capacitaciones generales y revalorizar el proceso de seguimiento de las Cartas Compromiso con el equipo designado para ello.
Otro punto crítico que debimos ajustar fueron los contenidos para poder abordarlos según las capacidades y competencias de los agentes municipales, en muchos casos con mandos medios no profesionalizados o bien con muy pocas personas con nivel académico.
No menos importante es la dimensión política que supone la ejecución del Programa que reclama intervenciones muy cuidadas mediante propuestas de co-creación y contextualizadas a los requerimientos e idiosincrasia del lugar.
Todos estos aspectos han ido reconfigurando la propuesta inicial en un proceso de escucha activa y de construcción conjunta aunque siempre dentro de los ejes conceptuales que definen la propuesta. En algún sentido puede decirse que hoy la propuesta de trabajo es más acotada desde la teoría pero más anclada en la realidad de los requerimiento de los GL.