Aprendiendo de la experiencia de los proyectos de desarrollo: comenzando por la “A”

Intercambio de conocimiento

Hace pocos días participamos en un curso sobre “¿Cómo diseñar de manera efectiva e innovadora las intervenciones de aprendizaje?”, en la Universidad de Georgetown en Washington, DC, Estados Unidos. Antes de iniciar el primer módulo, me cuestionaba si después de tantos años trabajando en esta área, realmente aprendería algo nuevo.

Me encontré volviendo a los fundamentos, a las raíces. La profesora/facilitadora Rael Ringel inició con un ABC:

¿Qué es el ABC?

En pocas palabras, es que cuando preparen una reunión, una sesión de capacitación o una intervención de aprendizaje, comiencen por tres preguntas básicas para definir los objetivos y cubrir tres áreas importantes para el aprendizaje: lo emocional, de la conducta y lo cognitivo (o en inglés, Affective, Behavioral, Cognitive – de ahí sus siglas ABC). 

  1. ¿Cómo quieren que la gente se sienta? ¿Motivada, incluida, comprometida? (Emocional, o affective)
  2. ¿Qué quieren que los participantes sean capaces de hacer? ¿Una nueva habilidad, compartir experiencia operativa o cumplir con un nuevo procedimiento o protocolo? (De la conducta, o behavioral)
  3. ¿Qué esperan que los asistentes conozcan, entiendan o comprendan? ¿Un nuevo marco conceptual, una estructura organizacional, un rol o función? (Cognitivo, o cognitive)

En muchos casos, se plantea directamente la C (el objetivo cognitivo); todos hemos asistido a charlas, cursos, eventos, etc., donde el único objetivo es aprender un concepto o técnica nueva. Más aún, muchos de nosotros hemos dictado conferencias, seminarios, ponencias, pensando sólo en la C.

Pero lo que sucede en la realidad es que, terminado el evento, muchos de nosotros recordamos las emociones que sentimos (¿frustrado, distraído, entusiasmado?) más que el concepto, técnica o conocimiento que nos trasmitieron.

De ninguna manera, estoy tratando de inducirlos a pensar que los conceptos y técnicas no sean importantes, al contrario, son claves; e igual relevancia en el aprendizaje tienen las emociones (basta recordar a nuestros propios maestros que nos inspiraron y motivaron a ser lo que somos).

¿Cómo aprendemos de la experiencia de los proyectos de desarrollo?

“No aprendemos de la experiencia… aprendemos al reflexionar sobre la experiencia” (John Dewey [1]).

Entonces, ¿cómo podemos aplicar la reflexión sobre los ABC de eventos de aprendizaje a los esfuerzos para aprender de la experiencia de los proyectos de desarrollo que financia el BID?

Una forma que hemos encontrado con el Departamento de Infraestructura y Energía del Banco, es lo que hemos denominado “¿Y tú qué harías?: Aprendiendo de nuestras operaciones.”

La metodología consiste primero en identificar proyectos financiados por el Banco, en los cuales se presentaron desafíos importantes durante su ejecución. Revisamos la información documental disponible, especialmente los Informes de Monitoreo de Progreso (PMR, por sus siglas en inglés) y los Informes de Terminación (PCR, por sus siglas en inglés).

Luego, realizamos entrevistas a los equipos del Banco y del Gobierno o Institución a cargo del proyecto, para identificar cuál fue la principal problemática que tuvieron durante la implementación. En base a la documentación y el diálogo, desarrollamos un breve estudio de caso por cada proyecto.

¿Cómo aplicamos el “Y tú qué harías?

Para un taller, seleccionamos tres proyectos representativos de tres de los sectores de infraestructura: Transporte, Energía, Agua y Saneamiento. Cada jefe de equipo presenta su proyecto, pero no de la manera tradicional, sino como una historia (“storytelling”), que la interrumpe en un momento de “tensión” (cuando un desafío puso en alto riesgo el éxito del proyecto). Y les pregunta a los participantes (colegas de los presentadores), ¿Y tú qué harías? Es decir, ¿Qué hubieras hecho en mi posición en el momento en que se presentó ese problema?

A partir de eso se genera un diálogo (primero en grupos y luego en plenaria), donde se discuten soluciones alternativas al problema real planteado. Los participantes se sienten motivados a compartir sus propias experiencias de otros proyectos, a escuchar a sus colegas, además de “no sentir que son los únicos a los cuales les pasa este tipo de situaciones”.

Sólo al finalizar el diálogo entre colegas y escuchar sus propuestas, el jefe de equipo presenta la solución real que se dio en el proyecto y las lecciones aprendidas.

¿Qué es lo que aprendimos con este tipo de ejercicios? Primero, que compartir la experiencia no es un proceso unidireccional (y, menos aún, una relación profesor-alumno). Segundo, que la mayor riqueza de estudios de caso presentados no está en la resolución del problema, sino en la búsqueda de propuestas alternativas. Tercero, que tanto los presentadores como los participantes recuerdan como se sintieron cuando fue la ejecución del proyecto (¿preocupados, angustiados, motivados a encontrar soluciones?) y cómo se sintieron en el taller, además de los temas técnicos y operacionales.

La metodología que te comentamos es solamente una de las herramientas que podemos utilizar para aprender de la ejecución de los proyectos. Por eso, te invitamos a que nos cuentes ¿Y tú qué harías para mejorar la forma en que comparten la experiencia de los proyectos de tu organización?

Para aprender más sobre esta metodología y los casos en los que fue aplicada, presione AQUÍ

Por: Duval Llaguno del Sector de Conocimiento y Aprendizaje del

Banco Interamericano de Desarrollo